Isabel Barreto, pionera navegante
Ninguna otra mujer ostentó un cargo tan alto ni gozó de tanto poder de decisión en la era de los descubrimientos. Nacida en una recién fundada Lima, capital del Virreinato del Perú, Isabel Barreto contrajo matrimonio con Álvaro de Mendaña, intrépido navegante que pocos años antes había descubierto para la corona española el archipiélago de las islas Salomón. Gracias a la generosa dote matrimonial facilitada por los padres de ella y a las capitulaciones obtenidas de Felipe II en su visita a El Escorial, Mendaña consiguió poner en marcha una segunda expedición –esta vez de poblamiento– hacia aquellas islas, de las que acababa de ser nombrado adelantado y gobernador.
Sus cuatro embarcaciones zarparon del Perú a mediados de 1595, guiadas por el experimentado piloto mayor Pedro Fernández de Quirós. Una leve desviación en el rumbo alejó a la flotilla de las Salomón, pero en su lugar descubrieron un nuevo archipiélago que bautizaron como islas Marquesas. Las penalidades de la travesía, sumadas a la frustración por la ausencia de las riquezas prometidas, desataron el descontento y las tensiones entre los embarcados. Tras un errático deambular, en el que hubo enfrentamientos con los aborígenes y se perdió un galeón, decidieron establecerse en la isla de Santa Cruz. Las pugnas entre los propios oficiales y la soldadesca llegaron al borde del motín y Álvaro de Mendaña ordenó ejecutar a algunos conspiradores –incluido el máximo responsable militar, Pedro Marino Manrique– poco antes de morir él mismo de malaria.
Tal y como había previsto el adelantado en su testamento, la heredera del título de gobernador de las Salomón fue su esposa Isabel, quien al fallecer también el capitán general asumió el mando global de la expedición. La nueva gobernadora optó por abortar la desastrosa colonización de Santa Cruz y buscar cobijo en Manila. Tras una durísima navegación en la que Barreto dio muestras de gran autoritarismo, su barco consiguió arribar al puerto filipino de Cavite gracias a la pericia del piloto mayor. Las otras dos naos desaparecieron en la travesía.
Durante el tiempo que permaneció en Manila consiguió recuperar parte de su patrimonio comerciando con textiles de oriente y contrajo matrimonio en segundas nupcias con Fernando de Castro, sobrino de un antiguo gobernador. Juntos quisieron hacer valer el título heredado de Mendaña; regresaron a América con Fernández de Quirós, pero fue éste y no ellos quien consiguió del rey Felipe III la real cédula para continuar la exploración del Pacífico. Isabel Barreto nunca llegó al archipiélago del que era gobernadora y terminó sus días en la villa peruana de Castrovirreyna.
En el documental sonoro «Isabel Barreto: navegante audaz, gobernadora sin tierra» recreé, con la ambientación y realización de Mayca Aguilera, la peripecia vital de esta poco convencional mujer a partir del único relato de la expedición que se conserva y las voces de varios historiadores que han investigado este capítulo olvidado de la historia de la exploración española.